Lo más habitual a la hora de enfrentarse a una entrevista de trabajo es ponerse nervioso y esperar a hacerlo lo mejor posible, deseando tener suerte y que finalmente seamos la persona seleccionada. Ese nerviosismo, ese deseo, nos conduce a preparar la entrevista planteándonos casi siempre la misma duda, si el entrevistador nos preguntará por nuestras fortalezas y debilidades, pregunta que siempre nos cuesta responder argumentando que eso es mejor que lo respondan los demás y que en último caso acabamos respondiéndonos con lo típico que creemos gusta oír, es decir, que somos personas responsables, perfeccionistas, organizadas,… y que nos gusta pasar tiempo con los amigos, leer, hacer deporte…
«como una verdadera oportunidad»
Una vez en la entrevista, lo más habitual es que nuestra postura se limite a escuchar, responder estrictamente a lo que se nos pregunta, esperar a que no se nos pregunte por lo que nos incomoda o por aquello por lo que estamos menos preparados, y en definitiva desear que finalice cuanto antes. Finalizada, lo más normal es que salgamos pensando sobre todo si se nos ha notado nuestro nerviosismo y si habremos podido disimular nuestras deficiencias en aquellos aspectos que son importantes para desempeñar el puesto de trabajo, con cierto pesimismo.
Todo esto es muy natural, fruto del deseo por ser la persona seleccionada o de la necesidad por encontrar un trabajo, pero por muy natural que sean lo más natural también es que nos sirva de muy poco.
Nuestra recomendación es que afrontemos cada entrevista de trabajo como una verdadera oportunidad, y que lejos de estar nerviosos por cómo lo haremos, ese nerviosismo lo convirtamos en ilusión, convencidos de nuestras opciones, y que nos motive para preparar la entrevista con dedicación y con un pensamiento positivo, analizando efectivamente nuestras áreas de mejora pero muy conscientes sobre todo de nuestras habilidades y competencias, valorando lo que puedo aportar, y sobre todo enfocándolo en el puesto de trabajo y en la empresa para la que tenemos opción de trabajar.
Una vez en la entrevista, es fundamental tener una inmejorable actitud, mostrando entusiasmo y serenidad, siendo sincero y profesional, escuchando y preguntando, respondiendo y aportando, y consciente de que la empresa siempre va a buscar personas que entiendan que el beneficio de la colaboración es mutuo. En cualquier caso, nuestros consejos a la hora de afrontar una entrevista son:
1. Preparación previa, lo que supone conocer muy bien nuestro propio C.V. para poder responder a cualquier pregunta que nos hagan sobre él, y obtener toda la información posible de la empresa (origen, sector, actividad, situación actual,…). No olvides llevar copia del C.V. y cuaderno para apuntar, así como pensar en tu imagen en función del puesto y la empresa.
2. Analiza detenidamente la oferta de trabajo y piensa:
a. Cómo puede beneficiarte tu formación y experiencia.
b. En tus áreas de mejora, para poder ofrecer alternativas
c. Preguntas relacionadas con el puesto que se va a desempeñar: funciones, responsabilidades, organigrama, plan de carrera, salario, meta de la empresa…
3. Prepara las preguntas habituales que suelen hacerse en las entrevistas de trabajo:
– Trayectoria formativa y motivos que te han animado a formarte en unas u otras áreas.
– Trayectoria laboral y motivos por los que se ha salido de anteriores empresas.
– Aspectos que te han motivado de la oferta de empleo y qué puedes aportar.
– Puntos fuertes y débiles, qué tipo de decisiones son las que más te cuesta tomar, situaciones complicadas a las que te hayas enfrentado y cómo las has resuelto, proyectos profesionales en los que hayas intervenido y en qué grado de responsabilidad,… siempre intentado relacionarlo con el puesto de trabajo al que optamos.
– Trayectoria personal, si ha habido cambios de residencia y sobre todo si has residido en el extranjero, posibles periodos en los que no hayas trabajado y por qué, situación personal en el momento de realizar la entrevista, y si estás trabajando motivos por los que deseas cambiar.
4. Ya en la entrevista es imprescindible:
– Buen lenguaje corporal: saludar a tu entrevistador de pie, con un seguro apretón de manos, sonriendo y mirando a los ojos. Siéntate derecho. Deja que el entrevistador tome la iniciativa. Habla con serenidad, claridad y confianza, siendo sincero, intentando mantener el contacto visual.
– Mostrar entusiasmo.
– Escuchar bien lo que te están preguntando para responder de forma segura y concisa, evitando dar datos irrelevantes, tratando de aportar, por ejemplo, haciendo alusión de forma breve a éxitos logrados anteriormente.
– Elegir el momento en el que realizar las preguntas que tengamos sobre el puesto.
5. Una vez finalizada llega la reflexión, haz individualmente un resumen de la entrevista, destacando lo que te resultó más complicado para tenerlo en cuenta en futuros procesos.
Esperamos te sean de utilidad estos consejos y afrontes cada entrevista como una verdadera oportunidad.
Equipo Recursos Humanos